"Te quise a pesar de saber que te iba a perder.
Que cada día te perdía un
poquito más, y yo seguía en el intento
de llenarte el alma..."
Los problemas empiezan
cuando nos negamos a aceptar los cambios, y nos aferramos a viejas
costumbres. Pero si nos aferramos demasiado al pasado, puede que el
futuro no llegue nunca.
Quien hace una pregunta,
debe ser capaz de soportar la respuesta.
Lo que he aprendido a lo largo de mi vida, es que cuando algo se cruza en tu camino, debes tomar una elección: enfrentarte sin miedo a perder, o rodearlo y adaptarte.Y en menos de un instante… todo cambia. Dejamos el pasado atrás, y nos lanzamos hacia lo desconocido: nuestro futuro. Partimos hacia lugares remotos para intentar encontrarnos a nosotros mismos. O, intentamos perdernos explorando placeres más cerca de casa. Los problemas empiezan cuando nos negamos a aceptar los cambios, y nos aferramos a viejas costumbres. Pero si nos aferramos demasiado al pasado, puede que el futuro no llegue nunca.
Ellos no entienden. Son tus problemas, tus sueños, tus cualidades y tus defectos. De ti depende que levantarte pese más que la caída.
En el fondo hay cosas que nunca llegarás a decir por miedo. En realidad
todos somos un poco cobardes cuando se trata de decir algo que nos
importa demasiado.Que las cosas que importan de verdad,son las que se
dicen con una mirada, un gesto, una sonrisa... Hasta hay veces que sin
tener lo que quieres, te da miedo perderlo.Pero no vale la pena forzar
las cosas, todo ocurre cuando menos te lo esperas, como por arte de
magia, para bien o para mal, te das cuenta de que nada depende de tí,
que
también depende de otros, eso hace que la vida sea tan curiosa.Que las
cosas no tienen valor por sí solas, serán importantes en la medida que
tú les des importancia.
Pasaste las noches echando de menos pasarlas conmigo. Y tu almohada se
convirtió en borrones y tachones de alguna poesía inspirada en aquellos
antros de la ciudad. Como mientras jugábamos al tres en raya bajo tus
sábanas y recordábamos la época de miradas perdidas que mucho me temo,
ya queda muy atrás. Y la noche de mañana, y la de ayer, y la de pasado
mañana tal vez, escribo y mientras te canto canciones al oído. Muy
bajito, para que no nos oigan los vecinos. Me quisiste y tal vez hoy lo
sigues haciendo, pero yo sólo sé que es muy difícil echarte de menos, y
aún más deshacerme de todos esos versos y recuerdos. Porque mi cabeza
está hecha un lío, llena de problemas algebraicos en los que quizás, la x
sea un te quiero que salga de tus labios. Pero quiéreme en tus noches y
madrugadas, en tus risas y en tus sonrisas, en todos esos poemas
escritos en tu almohada.
El dolor adopta formas diversas: una punzada, una leve molestia… Dolor
sin más, el dolor con el que convivimos a diario, pero hay un dolor que
no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás, y hace
que el mundo se desvanezca, hasta que solo podemos pensar en cuanto daño
hemos hecho, como enfrentarnos al dolor depende de nosotros. El dolor
hay que anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo, ignorarlo. Para algunos la
mejor manera de enfrentarse a el es seguir viviendo.
Él le susurra al oído: