jueves, 8 de marzo de 2012

Queremos vivir deprisa. Darlo todo ahora pensando que nunca nos quedaremos vacíos. Correr. Correr y saltar y seguir corriendo hasta chocar con el siguiente latido. Hasta llorar de respirar. Vivir en un continuo ajetreo que nos haga sentir que estamos aprovechando la juventud. Pero entonces te das cuenta de que los años sólo pasan para las obligaciones. Que con muchos años más seguirás siendo de las que salta en cualquier concierto. No todos han sido alguna vez jóvenes. Y no todos envejecerán. La juventud es un don.



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